No es agradable, eso es seguro. Mirar directamente el brillo de la nieve,a ceguera de la nieve, mirar al sol, el flash del soldador,el fuego, todos ellos describen los efectos comunes de mirar a una fuente de luz intensamente brillante. Pero ¿qué sucede realmente a tus ojos cuando diriges tu mirada hacia una fuente de luz con alta intensidad? Échale un ojo a esto y verás donde no debes mirar.

Desde el primer instante en el comenzamos a mirar hacia el sol comenzaremos a desarrollar una quemadura en el globo ocular. Las células de la córnea se ampollarán y se agrietarán debido al exceso de radiación UV al que les estamos sometiendo. Aparecerá la sensación de haberte frotado los ojos con papel de lija y lo notarás hinchados. Estas sensaciones serán más intensan unas horas después de la exposición y son los síntomas de una fotoqueratitis. Cuando las células sensibles a la luz de la retina están sobreestimuladas, liberan una inundación de sustancias químicas de alarma. Éstas pueden dañar el tejido circundante, y derivar en una retinopatía solar. Aunque esta condición puede llegar a ser reversible en el tiempo, de un mes a un año, depende en gran medida de la cantidad de daño sufrido.

La exposición prolongada a los rayos UV puede dañar la mácula, una pequeña subestructura de la retina responsable de la mayoría de la visión de detalle central. La pupila se contraerá naturalmente cuando se expone a la luz brillante, pero la cantidad de luz que todavía entra en el ojo se concentra en el tejido de la mácula. Dañarla puede causar degeneración macular, resultando finalmente en ceguera permanente en el centro de su campo de visión. Ese punto negro ves después de un flash nunca desaparecerá.

El sungazing (también conocido como curación solar, observación solar o yoga solar) es el nombre que recibe la práctica de mirar directamente al Sol durante unos minutos al amanecer o al atardecer, con la creencia de que la luz solar en esos momentos puede transmitir una energía espiritual. Es una práctica peligrosa, ya que mirar al Sol puede causar retinopatía, produciendo daños permanentes en el ojo e incluso ceguera, mientras que no existe ninguna evidencia que avale ningún efecto beneficioso.

El Sol o cualquier fuente intensa de radiación lumnínica sólo se puede ver directamente cuando se utilizan filtros especialmente diseñados para proteger los ojos. La mayoría de estos filtros tienen una fina capa de aleación de cromo o aluminio depositada en sus superficies que atenúa la radiación tanto visible como cercana al infrarrojo.

Si has tenido alguna exposición prolongada a fuentes de luz muy intensas y notas molestias acude a tu óptico optometrista.

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